qué le costaba a él perdonar, cuando era tan fácil decir una palabra, o dos, o cien palabras si estas fueran necesarias para salvar el alma. ¿qué sabría él del cielo y del infierno? y sin embargo, él, perdido en un pueblo sin nombre, sabía los que habían merecido el cielo. había un catálogo. comenzó a recorrer los santos del panteón católico empezando por los del día: "santa nunilona", virgen y mártir(...) y siguió. ya iba siendo dominado por el sueño cuando se sentó en la cama: "estoy repasando una hilera de santos como si estuviera viendo saltar cabras"
salió fuera y miró el cielo. llovían estrellas. lamentó aquello porque hubiera querido ver un cielo quieto. oyó el canto de los gallos. sintió la envoltura de la noche cubriendo la tierra. la tierra, "este valle de lágrimas".
rulfo, j. pedro páramo. ed. planeta, pp. 37-38.
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