voy a comprar facturas y vuelvo. preparo un mate. intento un orden, pequeñito.
estoy emocionada. anteanoche casi no dormí, en mi cabeza iba recorriendo la obra entera, una y otra vez. y me acordaba de mi sensación al entrar a escena, qué distinto es actuar con público, cómo un ensayo no tiene nada que ver con eso de estar ahí, y respirar cargado.
el viernes la sala estuvo completa. 69 personas sentadas; cecilia y yo, jugando.
llegamos a eso de las 20.20 de ese día, hacía minutos había empenzado la función de otra obra que también estrenaba. de la ansiedad no pregunté ni el nombre pero me gustó mucho la escenografía, creo que trata de algo que sucede en un restaurante. lo que se vive en el teatro es una especie de esquizofrenia de roles, con lo que eso implique. mientras ellos desarmaban su puesta, nosotras armábamos la nuestra, raul, el técnico del teatro, acomodaba las luces acorde con nuestro diseño de luces, de fondo sonaba una música horrenda que en ese momento fue una bendición divina. preguntábamos a la gente de la obra anterior boludeces, y agarrábamos nuestros objetos, ellos nos decían de irnos a ver mutuamente un día de estos, nosotras aceptábamos gustosas, yo bailaba esa música fea y entraba en un estado de extraña melancolía. extraña porque bailaba y sabía que al ratito nomás tendría que hacer lo mío. pero melancolía al fin porque algo, oh yeah!, se estaba terminando. la parte más tortuosa del proceso? que cómo me gusta! pero ahora tocaba otra cosa, algo de placer. y basta con atesorar la tortura. que si se va a entender, que si van a pensar que estamos en un manicomio, que si se van a aburrir, que si cecilia no va a hacer el pie que espero, que si voy a estar más afuera que adentro, que si me voy a crispar e insensibilizar... ya no había lugar para eso. había que hacer lo nuestro, y lo nuestro ahí, en ese momento, era empezar a disfrutar.
el jueves fue el ensayo general, el miércoles recién terminamos de resolver algunas cosas técnicas (visita a uno de los dos vendedores de plumas duvet de ganso de capital federal incluída). vértigo y mal humor. ese ensayo fue una porquería para mí. me acosó tooodo el sentido común junto. eso no me hace bien. después de eso, charlábamos con distimium del tema del control: cómo hay quienes no toleran perderlo y cómo hay quienes sólo desean hacer tal cosa. después armamos una pequeña escena en medio de las calles más tranquilas de palermo. esa fue la víspera de mi debut. dormí, por suerte los viernes ya no trabajo de oficina. intenté cuidarme a lo largo de la tarde, me obligué a una siesta, hice una caminata, escuché música, me bañé, armé las cosas que debía llevar y me saqué unas fotos de la suerte con mi gato. él entiende todo.
a minutos de entrar a escena asimilé las cosas que mis malos maestros supieron decirme, tantas veces, de maneras tan poco compatibles con mis modos de entender. "tenés que entregar el orto"
ok célico, ya lo entendí. gracias a vos, también.
ahí resolví que mi personaje debía entrar a escena mojado. me tiré una botella de agua por la cabeza, literalmente. y prendí el cigarrillo que mi personaje lleva consigo, saludé a cecilia y, en el campo se ven los pingos.
los nervios se trasladaron a blandura. la respiración de los que estaban ahí era una respiración amiga, armaba intimidad y eso me dilataba (el orto de célico y el alma)
todo fue una fiesta. ver a la salida la cara de un muchacho que casi ni conozco, junto a su madre; saber que durante la función estuvo el chico que limpia los vidrios de los autos a una cuadra de mi trabajo; ver a daniel, el mejor amigo de mi mejor amigo de la primaria; a gente de antes, a tooodos los amigos de mis padres, a mis padres, que no gustaron mucho de la obra pero consideraron que nuestras actuaciones son "soberbias", a laura igelko, amiga de gumi, a gumi en ella, a los siempre amigos, a los amigos nuevos, a la cooperativa de biólogos de cecilia, a julián, a una pareja de señores encantadores que me hicieron una devolución preciosa.. Y clara. Y clara.
y la noche fue larga. cenamos, hablamos del ERP, de ATE, de nuevas leyes de mierda que peligran el sustento de nuestra maravillosa teresita.. fuimos a otro sitio, seguimos charlando, con cecilia, en el baño, del amor; con anita, de arquitectura y las mamis de sus sobrinos que la llaman para ir a ver casas aptas para mamis, jugamos al flipper, y terminamos la noche en un gran paseo en auto, en la gira que julián piloteó, para que cada quien llegue salvo a su hogar.
me gusta.
me gusta así.
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